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Foto:zimbio |
Cruyff en el palco,
Frank de Boer en el banquillo... Hay un aire de familia entre el Barça y el
Ajax. Hace cuarenta años el Barça fichó a Cruyff, y si como jugador su paso no
fue más que un fogonazo, que dejó aquel 0-5, una Liga y una Copa, eso sólo fue
un primer paso.
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Foto: zimbio |
Luego regresó como
entrenador y transformó el Barça. Le dio un nuevo sentido. Una escuela. El
anuncio de la época feliz fue aquella Champions con gol de otro holandés,
Koeman, éste del PSV, y Cruyff saltando la valla para dar las últimas
instrucciones. El Barça grande se construyó sobre la escuela holandesa y por la
mano del Flaco.
Por eso esta derrota
es significativa. Allí sigue la escuela, aunque los buenos jugadores le duren
al Ajax inevitablemente poco. No tiene dinero para retenerlos frente al
‘vendaval Bosman’ desatado hace unos años.
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Foto: berita8.com |
Pero sigue la escuela,
decía, y esta victoria coincide oportunamente como aquello que dijo Martino de
que había que ser catalán u holandés para que a uno le aceptaran en el Barça.
El fútbol es juguetón, devuelve las bromas. En Barcelona hay cierta tensión
entre dos líneas, la ‘cruyffista-guardiolista’ y la que no lo es. El resultado
de ayer tiene una importancia extra justamente por eso.
Al Barça le falta un
punto para ser campeón de grupo y tiene que recibir al Celtic. No está en
problemas en ese sentido, o no es natural pronosticárselos. Pero sí en otros.
Ya no carbura como antes, la defensa no es segura y a pesar del esfuerzo que
hizo a partir de ponerse 2-1 y contra diez por una jugada afortunada, no pudo
empatar. Y desde luego que lo intentó. La imagen de Piqué al abordaje,
insistiendo una y otra vez, en lucha con su fatiga, merece un reconocimiento.
Pero no es ese el Barça que hemos conocido y aplaudido estos años. Esta derrota
pone el dedo en una herida sin cerrar.
Texto de Alfredo
Relaño
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